Futbolperiodistas y pelotas

Sorprende el grado de peloteo y sometimiento hacia los grandes clubes de fútbol y sus estrellas al que han llegado los profesionales de la información, que se dejan la dignidad profesional por el camino, cada vez que intentan luchar por una declaración en la zona mixta de los estadios. Apenas queda ya nada de aquellos tiempos en los que José María García sometía a las estrellas. Las de ahora tratan a los periodistas como seres inferiores, a los que consideran que pueden ningunear con total naturalidad.

Esta actitud no habla muy bien precisamente de esos grandes futbolistas, soberbios y desagradecidos, que no ganarían lo que ganan si los medios de comunicación a cuyos representantes detestan, no estuvieran constantemente vendiendo a la sociedad un producto llamado fútbol.

Aunque la culpa principal creo que es de las empresas editoras, que no se hacen respetar, o que al menos, no se preocupan de que sus profesionales sean respetados.

También es de los propios informadores, que enfrascados en la rivalidad entre empresas, y tal vez presos del miedo (hay que conservar el sillón como sea para seguir pagando la hipoteca, la luz y el agua), son incapaces de de unirse y plantar cara a estos jóvenes caprichosos. Y de ahí parte todo, de la desunión, del sálvese quien pueda, que lleva a que cada uno haga la guerra por su cuenta.

Y se entra entonces en una alocada carrera por la pérdida de la dignidad, en la que se pelotea hasta el infinito a sus majestades las caprichosas estrellas del universo futbolístico, por si éstas, un día, tienen a bien rebajarse y hablar con los periodistas.

Y cuando ocurre, cuando los soberbios deciden hablar, se practican entrevistas que en ocasiones se asemejan a la felación; de lo que se trata es de reír las gracias y de tragarse las salidas de pata da banco de los jóvenes millonarios; hay que tenerlos contentos, como sea, por si acaso algún día se levantan bajos de defensas y deciden conceder alguna entrevista, si llega ese momento, hay que estar bien situado, y se supone que quien mejor está es aquel que más pelotea.

Así pues, nada de entrevistas, nada de ruedas de prensa, y si a sus majestades les apetece, ya hablarán algún día, a poder ser en un acto publicitario, en el que, por supuesto, antes de comenzar se dejará claro al informador que debe comportarse como un buen chico, sin hacer preguntas inconvenientes.

Y el informador, que también tiene que hacer méritos para ganar enteros en su redacción, se somete gustoso al martirio, dejándose la dignidad en el cubo de la basura.

Al día siguiente, convenientemente domesticados, los periodistas hablarán en sus programas de radio y televisión y escribirán en sus periódicos de papel o de internet, sobre un vídeo en calzoncillos de un determinado ególatra, del nuevo peinado con mechas de otra de las estrellas o de lo caros que son los coches con los que suelen presentarse en los entrenamientos.

Y así nos va.

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